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Dr. RAÚL AULAR
Para empezar, ¿podrías explicarnos qué es el desacoplamiento evolutivo y cómo afecta a nuestra salud física y mental en el entorno moderno?
Claro, muchas veces perdemos de vista algo muy básico: somos parte del reino animal. Somos primates, mamíferos, de la especie Homo sapiens, y hemos evolucionado, al igual que cualquier otro animal en la Tierra. El problema del desacoplamiento evolutivo es que nuestra especie evolucionó en un entorno que hoy en día es muy distinto al que vivimos. Se cree que evolucionamos en las sabanas del norte de África, un ambiente completamente diferente al entorno urbano en el que vive la mayoría de las personas hoy.
Todo nuestro sistema metabólico, psicológico, nuestras capacidades físicas y cómo reaccionamos están adaptados para sobrevivir en ese entorno original, algo que tomó millones de años. Sin embargo, la civilización moderna tal como la conocemos, apenas tiene unos 5,000 años. La industrial, apenas unos 250 o 300 años, y la era digital, solo unas pocas décadas.
¿Qué significa esto? Que nuestra comida, nuestros hábitos, y nuestra forma de vivir hoy en día no están alineados con lo que está codificado en nuestro ADN. Es como si hubiéramos sido sacados de golpe de nuestro entorno natural. Y al igual que un león en cautiverio que se enferma al sacarlo de su hábitat, nosotros también comenzamos a desarrollar enfermedades simplemente porque estamos viviendo en condiciones para las que no estamos hechos.
¿De qué manera el entorno digital y sedentario del trabajo remoto agrava los desafíos que plantea el desacoplamiento evolutivo?
El sedentarismo es un gran problema porque nuestro cuerpo está diseñado para moverse mucho más de lo que lo hacemos hoy. Estudios con tribus cazadoras-recolectoras muestran que ellos caminan o corren entre 10 y 15 kilómetros al día, y esto incluye a toda la tribu: hombres, mujeres, ancianos, incluso embarazadas. Esa actividad diaria es lo que nuestro cuerpo espera, y cuando no lo hacemos, nos enfermamos. No se trata de hacer ejercicio solo para estar en forma, sino para simular el estilo de vida para el que evolucionamos y mantenernos saludables.
¿Qué estrategias simples y prácticas recomendarías a quienes trabajan desde casa para reconectar con hábitos más naturales y saludables?
El primero y más importante es hacer ejercicio físico. Necesitamos integrar la actividad en nuestra vida diaria. Una buena idea es elegir una vivienda donde podamos caminar o correr fácilmente sin depender de un gimnasio. Subir escaleras, caminar al mercado y llevar las bolsas de vuelta son pequeñas acciones que, sumadas, simulan el movimiento que necesitamos.
El segundo es reducir o eliminar el consumo de azúcar. Evolutivamente, estamos diseñados para buscar azúcar porque antes era escasa, pero hoy está en todas partes y es barata. El exceso de azúcar, que antes era raro, hoy nos enferma, así que hay que ser conscientes y evitarlo lo más posible.
¿Cómo pueden los trabajadores remotos manejar mejor el estrés y la ansiedad, teniendo en cuenta que nuestras respuestas a estos estímulos se originaron en un entorno muy diferente al actual?
El estrés es una respuesta evolutiva que nos ayuda a sobrevivir. Cuando enfrentamos un peligro real, como un depredador, el cuerpo se prepara para luchar o huir con una descarga de adrenalina y cortisol. El problema hoy en día es que, en lugar de enfrentar peligros concretos, vivimos en un entorno donde muchas de nuestras amenazas son imaginarias, creadas por los medios, redes sociales o nuestras preocupaciones diarias.
Este estrés psicológico, a diferencia del estrés momentáneo por una amenaza real, puede volverse crónico, lo que predispone a enfermedades. Es importante distinguir entre las amenazas reales y las imaginarias para evitar caer en una espiral de estrés innecesario. La mayoría de nuestros miedos no tienen base en la realidad.
¿Crees que el aislamiento social, un desafío común para los trabajadores remotos, se ve exacerbado por el desacoplamiento evolutivo? Si es así, ¿qué podemos hacer al respecto?
El aislamiento social puede afectar seriamente la salud mental porque no estamos diseñados para trabajar en soledad. Nuestra especie ha evolucionado con la capacidad de colaborar, y aunque el trabajo remoto no necesariamente implica aislamiento, existe ese riesgo al sustituir el contacto físico por el virtual.
Para evitarlo, es útil combinar el trabajo remoto con reuniones presenciales y buscar otras formas de socialización fuera del trabajo, como hobbies o actividades que promuevan la interacción. El total aislamiento no es natural para nosotros, y necesitamos ser conscientes de esto para mantener una vida equilibrada.